En muchas ocasiones —demasiadas ya— hemos visto a determinados poderes fácticos intentar quitarse del medio al sitio X, la herramienta Y o incluso a una tecnología completa. Por fortuna la mayoría de las veces han fracasado ya que luchar contra la tecnología y el avance natural de las cosas es extremadamente complicado y un buen nuevo ejemplo de esto es lo que está pasando en las últimas horas con WikiLeaks.
Como sabéis la semana pasada WikiLeaks filtró, utilizando a cinco grandes medios de voceros, más de 250.000 teletipos secretos enviados por embajadores de Estados Unidos a la Secretaría de Estado del país, lo que a su vez ha dado lugar a una feroz campaña de persecución para terminar con ellos. Pero la mentada campaña está provocando el efecto contrario al deseado por los perseguidores: que la organización se fortalezca cada vez más.
Por un lado tenemos que diversas publicaciones —entre ellas ALT1040— se están haciendo eco de las diferentes formar que existen para echarle una mano a WikiLeaks, y por el otro cientos de simpatizantes han creado ya más de 200 réplicas o “espejos” de WikiLeaks (dicho de otra manera, se han convertido en un fenómeno de Internet, y como tal imposible de parar). Además a todo esto tenemos que sumar la tremenda publicidad indirecta que día tras día recibe WikiLeak.
La conclusión es que los Estados Unidos y resto de estados escocidos por las filtraciones no van a poder terminar con WikiLeaks por mucho que persigan a su cabeza visible, Julian Assange, y al sitio en sí mismo. Estamos ante otro nuevo caso, como apuntaba arriba, en el que la técnica ha puesto en jaque a anquilosados poderes que no terminan de comprender que todo ha cambiado. Que sigan pues si lo desean, la realidad es que cuanto más tiempo se prolongue la campaña de acoso y derribo más fuerza cobrará WikiLeaks, y aunque consiguieran su desaparición, nacerán sitios similares como hongos (ya se está cocinando alguno).
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