Microsoft ha debutado en la era táctil con poco éxito. Windows 7 era la gran apuesta pero los fabricantes de tabletas se lo están pensando dos veces antes de instalarlo en sus productos. En el espacio de la informática tradicional los ejemplos de control táctil han sido pocos y el resultado nada consistente. Puede que 7 se diseñara desde cero pensando en el uso con los dedos pero a la hora de la verdad, y pese a su éxito, sólo ha demostrado su valía con los sospechosos habituales, el puntero y el ratón.
La experiencia debería servir para tomar con cuidado algunos de los detalles que se han filtrado sobre la próxima versión de Windows, 8, prevista para 2012. Está todavía sobre el tablero de diseño pero parece que en Redmond tienen claro que los interfaces táctiles tienen que tomar mayor protagonismo. Los bocetos apuntan a un Windows 8 universal, válido tanto para tabletas como para sobremesas, portátiles y ordenadores “convertibles” (portátiles capaces de transformarse en tabletas).
Dos de las ideas más jugosas están en el sistema de encendido y validación del usuario y en la distribución de software.
Sobre lo primero, Microsoft quiere llevar algunas de las ideas de Kinect al nuevo sistema operativo. La compañía imagina ordenadores dotados, junto a la cámara web del monitor, de sensores de proximidad similares a los de su nuevo periférico para Xbox 360. El PC podrá reconocer cuando un usuario entra en la habitación, encenderse y validar su identidad usando el reconocimiento facial. También podrá reconocer a otras personas que estén junto a él. Al abandonar la habitación, el sistema entrará automáticamente en reposo, un proceso que en Redmond quieren que sea instantáneo.
Lo segundo, tal vez más importante, supone un cambio en la distribución de software. Microsoft creará una tienda de aplicaciones propia.
A estas alturas de la película lo de vender aplicaciones desde una tienda virtual no debería sorprender a nadie. Ha funcionado en telefonía móvil, empieza a moverse –lentamente- en el terreno de los netbooks y todo hace pensar que la evolución hacia equipos más potentes es inevitable. La duda es si Microsoft restringirá la instalación de programas (y juegos) a lo que esté disponible en esa tienda o si por el contrario seguirá permitiendo acceder al software desde otras fuentes.
Las bases del nuevo sistema parecen sólidas. Microsoft parece tener claro que las barreras que hoy vemos entre teléfonos móviles, tabletas, netbooks, notebooks y portátiles serán cada vez más difusas y que la experiencia de uso debe saltar de dispositivo en dispositivo, permitiendo que las configuraciones o los progresos realizados en un juego, por ejemplo, estén disponibles si se continua la partida en otro dispositivo.
Fuente: elmundo.es